El primer paso es, evidentemente abrir la imagen que abriremos como abrimos cualquier archivo en cualquier programa.
Una vez abierto hay diversas estrategias para bajar el tamaño del archivo:
- Limpiar la imagen: mediante filtros o incluso aplanado manual se puede bajar muchísimo el peso de la imagen.
- Reducir el tamaño: ya sea reduciendo el cuadro o reescalando.
En el menú 'Imagen' puedes explorar las opciones 'Tamaño del lienzo...' y 'Escalar la imagen...' - Reducir la cantidad de colores.
La manera más sencilla es ir a las opciones:
Colores ► Posterizar
y vamos aumentando uno a uno el valor de 'Niveles de posterización', es decir, el número de colores, hasta que la imagen se vea razonablemente bien.
Para guardarlo, nos vamos a las opciones Archivo y Exportar, ya que si vamos a guardar lo salvará como un archivo nativo de GIMP, algo muy interesante para editarlo por capas por ejemplo, pero en este caso no nos interesa ya que lo que queremos es que siga con el mismo formato y menos tamaño.
Probamos a grabarla con la extensión .png si se trata de una imagen generada por ordenador o con transparencias.
Si es una fotografía seguramente obtendremos mejores resultados con la extensión .jpg.
¡Ojo! jpg es un formato con pérdidas mientras que png no tiene pérdidas, solo comprime la imagen.
¿Conoces más trucos para reducir el peso de imágenes con GIMP? Compártelos en los comentarios.
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